EL PENSAMIENTO ES LA CHISPA DE LA ACCION

Bienvenido a mi blog un espacio donde día a día compartiré pensamientos, ideas, sueños e historias que sienta que debo de expresar siempre buscando generar cosas positivas, esperando recibir de todos los lectores sus opiniones ya que estas son importantes y me ayudan alimentar mi espíritu con conocimiento y comprensión.

martes, septiembre 04, 2012

Una Gran Leccion

Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora. La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo.

Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera. Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer
un diario. Imprevistamente, la señora observó cómo aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas,
lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.

La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que,
con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos. Como respuesta, el joven tomó otra galleta y
mirándola la puso en su boca y sonrío.

La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el
muchacho.

El diálogo de miradas y sonrisas continúo entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. 
Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete sólo quedaba la última galleta. "No podrá ser tan caradura", pensó mientras miraba
alternativamente al joven y al paquete de galletas.

Con calma el joven alargó la mano, tomo la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad.

Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.

-"¡Gracias!" - dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad. 
- "De nada" - contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad. 
Entonces el tren anunció su partida.

La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: " ¡Qué insolente, qué mal educado, qué será de nuestro mundo!".

Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado. Abrió su bolso para acar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas intacto.

Cuántas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores
equivocaciones.

Cuántas veces la desconfianza ya instalada en nosotros, hace que juzguemos injustamente a personas y situaciones, y sin tener un porqué, las
encasillamos en ideas pre-concebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta. Así, por no utilizar nuestra capacidad de autocrítica y de observación,
perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar situaciones, haciendo crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación.

Nos inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca
ocurrirán.

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